martes, 10 de marzo de 2015

 "De la serie Piel" óleo sobre canvas. Carlos Osorio 50x70

Uso y abuso de la belleza en el arte

Cada quien tiene sus propios conceptos de belleza, tendríamos que realizar profundos estudios psicológicos y sociales para tratar de encontrar un concepto universal. Los colores, las formas y el equilibrio son tan solo una mínima parte de la belleza, pues abarcan no solo los objetos materiales sino también elementos psíquicos y sociales. En el arte predominan estos tres elementos en la percepción de belleza; abarcan los valores que llamamos estéticos, morales y cognoscitivos. Estos pensamientos fueron fuertemente mancillados en 1915, en el período “Readymade” de Duchamp. Un ataque frontal a la relación que siempre había existido entre arte y belleza.

Tristan Tzara, autor de  “Siete manifiestos dadá” en 1918, fue el paradigma de lo llamado Vanguardia intratable, simplemente para escandalizar la burguesía, y darle estatus de belleza a lo que hasta entonces no lo tenía.

En 1990 se empezó a hablar de el retorno de la belleza, los artistas se inspiraron en pensar y actuar frente a la injusticia, aunque la corriente Dadaista se manifestaba continuamente en museos enfrentando la belleza y el concepto. Y el arte empieza a apuntar a la belleza nuevamente tratando de ser lo que en otrora fue, y para ello se necesito una revolución en el gusto, la apreciación y el estilo de vida.  Ahora, reaccionamos contra todo aquello que atente contra la belleza y se empieza a ver el mundo tal como se nos presenta con todos esos referentes de la obra perfectamente bella.  El arte adquiere significado, y si hay belleza mucho mejor.

La belleza vuelve porque las mujeres logran igualdad, libertad y autonomía. Los pueblos buscan la paz, y se reclama armonía con el hombre y la naturaleza.   Hoy, renunciar a la belleza, es como negar que la bondad, el amor y la moral existen.

Pensar en la belleza es complejo, el concepto evoluciona constantemente y se necesita educación cultural para poder apreciarla. Estamos en la era postindustrial con inmensas posibilidades de comunicación a través de la tecnología informática. El arte adquiere así, una dimensión universal; los artistas reflejan estéticamente su tiempo y lugar, apropiándose de una realidad sociopolítica, haciendo más útil y bella su obra. Se comienza a mirar los códigos estéticos de otras épocas, como un referente de lo que ya pasó, el artista se enfrenta a una realidad contemporánea y el cuerpo adquiere nuevamente protagonismo.  Los espectadores son más exigentes y capacitados a discernir sobre arte, tienen la capacidad de mirar con claridad el momento y a acercarse sin prejuicios al arte que se gesta.

En el arte,  hoy, influye la sensibilidad de manera activa, involucra a buscar y apreciar la belleza. Cada obra debe tiene poesía y diálogo; belleza en toda su dimensión; comunica algo. La razón, es que proviene de emociones reales y verdaderas. Se rompen los esquemas sin renunciar a la belleza, exige una belleza diferente en la que reflejar nuevas utopías. Y recobra status, porque el artista se perfecciona en técnica, temática y concepto.

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