"Glorioso arribo a Guatapé" óleo sobre lienzo. 50x70cm. Carlos Osorio
Arte y camino
Cuando se es
testigo de los pasos que da un gran hombre, se siente orgullo por la
oportunidad brindada. Cuando se es llamado a dar testimonio de su acción
heroica, más significativa se hace la existencia. Alvaro Idárraga Alzate, amigo
sin igual, caminante, viandante, errabundo en las arterias del camino,
escrutador de la piel del mundo. Guerrero triunfante que ondea ordalías
en las cimas para descender altivo por las cuestas, laureado en los valles,
admirado en las estancias…
La
naturaleza le abre el paso al caminante mostrando sus maravillas, monte espeso
esmeralda, manto de bosque refugio y vida que se escurre en cristalinos
manantiales venidos del boscaje para mitigar la sed de restar caminos. Hojas
secas arremolinadas para tapizar senderos con la intención de recibir las
emanaciones salubres de los caminantes, tapetes mullidos para que pase el
héroe, espigas de nardos y líquenes que se abrazan para rendirle
pleitesía.
Álvaro le
habla al camino en versículos sonoros, poéticos; mientras lanzo mis
inspiraciones a los montes andinos, obligando al musculo, incitando al arrojo,
siguiéndolo a él en su aventura, invitándolo a escuchar con sus manos abiertas
al sol, el viento aflautado, la hojarasca en coro y el ave. Mientras al blanco
maculo del papel se le impregna forma, textura, luz y sombra.
Sigo los
pasos imaginarios del errante tras el perfume de su musa, interpreto en líneas
sus hazañas, arte y camino, inspirados con sudor y pigmento sepia en soportes
de pergamino. El papel se vuelve rio, montaña y caminante, lenguaje gráfico que
se funde en las letras que Álvaro ha escrito.
Arte fino
detrás del peregrino, así como lo hizo Sancho con su morral de impertinencias,
escudero para cubrir la espalda porque el pecho lo puso el caminante, arte
inspirado en andaduras, jornadas que busca un momento para descansar el cuerpo
y para que trabaje el lápiz, mientras que el escribano registra los hechos del
camino, mientras el artista se inspira en lo que la naturaleza muestra, apuntes
de viaje, registros sempiternos, evidencias en dibujos para ver y letras
sacadas del camino para leer.
El camino
llama y los cuerpos cansados se impulsan para continuar respirando
sensibilidad, se siente la inspiración, viene la sudoración, se imprimen las
huellas, la piel se dora al sol, rocas vivas que convergen al camino en
tertulias líticas que guardan silencio cuando el caminante pasa, bosques que
descubren sus entrañas y las muestran al sol, flores que se abren en aromas
hipnóticos, tapias agonizantes carentes de sus techos protectores devolviéndole
a la tierra sus pertenencias. Todo un mundo en el camino digno de dibujar y de
escribir.
Y aquí está
el compendio que las vivencias “Andaduras de un caminante” tiene, fruto de
pasos proveídos por los caminos que se resisten al olvido, arte y letras unidos
para que este propósito se logre, y para que sea este el medio para ser
recorrido.
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